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Mirada a una Alcarria en primavera
Una ventana al paisaje Alcarreño, un soplo de aire fresco, de ánimo y esperanza.
El páramo de Budia y Brihuega luce radiante, pletórico de vida en primavera.
La flora explota en linderos y ribazos, pastizales y forestas, emergiendo de su letargo invernal desde la arcillosa tierra, ahora turgente e hidratada, agradecida por las copiosas lluvias.
Los animales se exhiben, marcan sus territorios, realizan las nupcias mostrando sus mejores galas. Nuevos invitados han llegado hace poco, las aves migratorias, como el aguilucho lenizo.
El paisaje del páramo, austero invernal, se ofrece ahora del verde brillan de las siembras, salpicado de rojos barbechos y amarillos campos de colza.
Los navajos vuelves en anegarse, un año más, en el seno de la foresta, de encinas, pinos y quejigos; las ranas armonizan las noches de la Alcarria.
El cielo se oscurece, se quiebra cada tarde, cada noche, las tormentas se suceden; mientras, alterna con clareos el día. El contraste de luces y sombras genera panorámicas limpias y de singular belleza.
Las noches muestran el firmamento estrellado cuando se abren, al fin, las negras nubes.
Fotografías realizadas por el Departamento de Medioambiente de Audema