Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.
SIGUE NUESTRAS ÚLTIMAS NOTICIAS
blog
Frutos rojos y medio ambiente en Huelva
Los frutos rojos entraron en el entramado agrícola, económico y social de la provincia de Huelva hace más de cuatro décadas, y se han convertido desde entonces en una fuente de riqueza para las comarcas onubenses del Litoral y del Condado, principalmente. Sin embargo, deben adoptarse las medidas oportunas para minimizar y paliar los diferentes impactos ambientales asociados a este tipo de explotaciones agrícolas intensivas.
El suelo y el agua son las materias primas indispensables para el desarrollo de la actividad. La ocupación de terrenos para este cultivo requiere los pertinentes desbroces de las cubiertas vegetales, además de los movimientos de tierras para la nivelación de cotas. La aplicación de medidas preventivas pasa por una adecuada planificación territorial de los suelos rústicos, agrícolas y forestales, a ocupar, seleccionando los emplazamientos más favorables, tanto a nivel de la topografía local como respecto a la presencia de comunidades vegetales de interés, eligiendo preferiblemente superficies caídas en el desuso y espacios degradados preexistentes.
El consumo hídrico desordenado es la principal problemática medioambiental ligada a la actividad agrícola, más considerando la elevada dependencia que, en la provincia de Huelva, tienen espacios protegidos señeros en el contexto peninsular y europeo, como es el caso de Doñana. La extracción de aguas subterráneas, autorizadas unas, otras ilegales, lleva afectando mucho tiempo al acuífero que sostiene a buena parte de la biodiversidad del territorio comarcal. Un control estricto de los consumos hídricos de las explotaciones, así como la monitorización precisa de la evolución de los niveles subálveos, es la medida precisa para mitigar los impactos que hasta la fecha se producen.
Las aguas, tanto subterráneas como superficiales, sufren además el aporte de ingentes cantidades de fitosanitarios y pesticidas, tanto por infiltración edafica como por lavado y derivación de caudales superficiales hasta los cursos locales, los humedales y los esteros cercanos a las explotaciones. La búsqueda de un fruto ecológico, libre de agentes químicos, limpio en su desarrollo y sostenible en su producción, debe considerarse como un objetivo prioritario y diferencial del fruto rojo de Huelva.
Otros problemas ambientales derivados de la actividad agrícola, aunque menores en apariencia, deben ser tenidos en cuenta en la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible y respeto con el medio ambiente del cultivo en invernaderos, principalmente: la gestión de los residuos plásticos resultantes de cada anualidad, generados por toneladas y con prácticas de eliminación poco adecuadas, en muchos casos mediante quemas y el abandono en zonas naturales vecinas; el uso de especies invasoras de flora para la creación de linderos y setos del parcelario de las explotaciones, especies que luego se naturalizan en los entornos naturales locales (como son los casos de Opuntia, Acacia, Agave, entre otros taxones); el abandono de espacios desmantelados en su relieve original, estando ausentes procesos de recuperación del modelado previo. El fomento de buenas prácticas agrícolas aplicadas al uso de plásticos, también al uso de abonos y biocidas, por un lado, así como la naturalización de los espacios colindantes y bordes del parcelario agrícola, con especies nativas, para el fomento de la biodiversidad local, por otro, se interpretan como medidas oportunas para la consecución de unos objetivos de calidad, producción ecológica y sostenible que debiera ser tendencia generalizada en el sector de referencia en la provincia de Huelva. Además, las superficies que caen en el desuso, en ausencia de continuidad de la actividad, debiera contemplarse como espacios degradados a recuperar, en sus usos previos, cubiertas vegetales y topografía.